Multinacionales de múltiples sectores apuestan por las tecnologías limpias para ahorrar costes en el consumo de energía
California (EE UU) alberga desde la semana pasada la planta termosolar más grande del mundo. La proeza de sus 300.000 espejos al sol ocupa en pleno desierto de Mojave una superficie de 1.400 hectáreas que, para hacerse una idea, es cuatro veces más grande que la del Central Park de Nueva York. Esta perla tecnológica, no exenta de controversia por el impacto ambiental en la fabricación de los cilindros reflectantes, proveerá electricidad a 140.000 hogares.
Ivanpah, como se llama este inmenso parque solar en mitad de la nada de California, también sorprende por el tipo de inversores que lo han hecho posible. Aparte del sostén de 1.600 millones de dólares del Departamento de Energía de Estados Unidos, los propietarios de la planta son las compañías NRG Energy y Google.
El gigante tecnológico no tiene en apariencia nada que ver con las energías renovables, hasta que se echa un vistazo a los 2.250 millones de dólares que la compañía de las dos oes gasta en centros de datos e infraestructura. De ahí viene en gran parte el interés de la tecnológica por la solar y eólica, en las que lleva invertidos más de 1.000 millones de dólares.
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